A lo largo de diferentes países en el mundo hay un clamor por una reforma dentro de la iglesia cristiana, muchos han abierto los ojos dándose cuenta que hay una gran cantidad de cambios estructurales que se requirieren para ser verdaderamente efectivos dentro de la sociedad moderna y posmoderna a la que nos enfrentamos.
Pensando en ello me he dado cuenta de que las grandes reformas siempre han venido acompañadas de una gran cantidad de lucha, muertes, sacrificio, etc. para poder producir un cambio el cual ofrece una nueva perspectiva, pero como lo veo yo, solo temporal, porque estas reformas terminan después de un tiempo en cometer errores similares a aquellos contra los cuales se revelaron y reformaron, llegando así al entendimiento de que necesitamos una nueva reforma más.
No cabe en mi mente una vida de reformas solamente, como si viviéramos el tiempo de los Jueces, en el que Dios levantaba un juez (hoy en día le llamaríamos reformador) para que viniera a cambiar la situación que vivía el pueblo y así duraran un periodo de tiempo bien, hasta que se corrompieran de nuevo, Él los entregara a los enemigos y levantara de nuevo otro juez para generar un cambio.
Creo que el plan de Dios va mucho más allá de esto y que verdaderamente podemos ser efectivos, pero no por medio de una reforma, sino a través de la creación de un nuevo comienzo.
Estoy convencido que tenemos un Dios que trabaja por medio de diferentes procesos y tiempos, por ello debemos estar atentos verdaderamente a lo que Dios quiere hacer, no basta solamente con entender cuando algo necesita un cambio, sino que es necesario percibir que es lo que queda en su lugar.
Creo que la clave de todo este cambió que se espera se encuentra en la epístola a los Hebreos, la cual muchos creen que fue escrita por Pablo, pero a ciencia cierta, no se puede especificar un autor en concreto, sino que al igual que toda la biblia que es inspirada por Dios, útil para redargüir, corregir e instruir en justicia, esta epístola también tiene este efecto ya que es Su palabra la que lo produce.
Está en general da un panorama acerca de lo antiguo y lo nuevo, mostrando un claro contraste entre lo que se puede considerar bueno y un nuevo comienzo, que lleva al entendimiento de un camino mejor o superior.
Inmediatamente inicia diciéndonos la forma en la que Dios habla diciendo: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. Heb 1:1-2”.
Después de esto empieza a hablar de la superioridad de Jesucristo, mostrando su deidad y autoridad, pero realiza una serie de advertencias en las que nos dice que prestemos atención a lo que hemos oído, de forma que no perdamos el rumbo. Demostrando como Él es el Sumo Sacerdote por quien ahora nos podemos acercar ante Su presencia confiadamente.
Posteriormente a partir del capítulo 5 empieza a profundizar en algunos temas vitales diciéndoles que debiendo ser maestros, necesitan que alguien les vuelva a enseñar lo elemental, siendo inexpertos en el mensaje de la justicia (v. 5:12-13).
Me parece que este es uno de los problemas que estamos viviendo actualmente y por los cuales no hemos logrado entender el plan de Dios perfecto y nuestras llamadas “reformas” solo se han quedado en buenos deseos, cambios temporales o divisiones, sin cumplir el propósito verdadero que Dios tiene, ya que hemos tratado de realizar cosas, cuando tristemente no hay una madurez de lo que son las cosas elementales.
Dios dejo ciertas cosas básicas las cuales son como el esqueleto de un cuerpo humano, estás sostienen toda la estructura del plan de Dios, pero las dejamos de lado añadiendo cosas extras o bien olvidándolas convirtiéndonos así en estos niños que tienen necesidad de leche cuando deberían ser adultos.
Por eso si tú eres de las personas que han visto la necesidad de un cambio o que entienden que Dios está produciendo algo nuevo, lo primero que necesitas es avanzar hacia la madurez, teniendo fundamentos firmes, huesos sólidos, sobre los cuales se construya su propósito, no volviendo a los antiguos y viejos métodos, porque ciertamente si estos hubieran sido perfectos, no habría necesidad de un cambio.
Una vez producida esta madurez es tiempo de que comprendamos lo nuevo que Dios tiene (el nuevo pacto), poniendo Él sus leyes en nuestra mente y en nuestro corazón, convirtiéndose Él en nuestro Dios y nosotros en Su pueblo, de esta forma al llamarlo nuevo, dando por anulado lo anterior (v. 8:10-13)
Dios no hace reformas, Él crea cosas nuevas, por lo que tiene que quedar claro que no necesitamos una reforma más hecha por hombres en la cual se planteen nuevas estrategias de trabajo (no digo que estás sean malas, sino que estás no pueden ser el fundamento de un cambio), sino que necesitamos comprender que el cambio no es en estructuras solamente, sino en esencia, la creación completa de algo nuevo.
No se trata más que de reglas externas relacionadas con alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, válidas sólo hasta el tiempo señalado para cambiarlo todo. Heb 9:10
Este cambio ya fue producido por Cristo, Él nos ha añadido a su plan y su propósito, lo hizo de una vez y para siempre por medio de Su sacrificio, en quien nosotros somos santificados.
Primero dijo: «Sacrificios y ofrendas, holocaustos y expiaciones no te complacen ni fueron de tu agrado» (a pesar de que la ley exigía que se ofrecieran). Luego añadió: «Aquí me tienes: He venido a hacer tu voluntad.» Así quitó lo primero para establecer lo segundo. Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre. Heb 10:8-10
Todo fue hecho, el cambio fue producido, el problema es que nosotros aun no lo entendemos, hemos cambiado el fundamento de manera que es necesario que este se nos vuelva a explicar, nos hemos enfocado en querer reformar cosas que no producen verdaderamente una transformación, sino solo un cambio en estructuras, algo externo, en lugar de comprender el propósito y la grandeza de este nuevo comienzo que nos fue dada por medio de Cristo.
Ahora tal vez pudieras decir: “bien, ¿pero como podemos madurar y comprender este cambio que fue producido, como podemos ser el cambio?”
Simple, te lo pongo de esta manera para tratar de ser más específico:
Una muy buena amiga ayer mientras regresábamos de un viaje que hicimos varios amigos a la ciudad de El Paso, me compartía lo que Dios le había mostrado por medio del Salmo 73, escrito por Asaf uno de los levitas nombrados por David una vez que el arca había reposado en el tabernáculo y escribe un tanto frustrado, con un sentimiento de desesperación por ver como los arrogantes prosperaban, mientras él decaía, llegando a tal grado de decir "verdaderamente en vano he limpiado mi corazón y lavado mis manos en inocencia…", incluso dice: "se llenó de amargura mi alma."
Todo esto estaba viviendo hasta que entro a Su santuario y de pronto entiende el plan de Dios e incluso se dice a sí mismo: "tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti…"
Y se da cuenta de cómo todo es suplido en él declarando: "¿A quién tengo en los cielos si no es a ti? y fuera de ti nada deseo en esta tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; más la roca de mi salvación y porción es Dios para siempre."
Esto entiende Asaf, como su porción, su vida e incluso su trabajo estaba escondido en Dios y ahora podía terminar diciendo: "El acercarme a ti es el bien..."
Solo por medio de esta dependencia de pasar tiempo en su presencia a través de su palabra, escuchando la voz de su espíritu, buscándolo en intimidad, lograremos entender cuál es este cambio, el camino que ya nos dejó hecho, pero aun no lo vivimos como iglesia. Así que:
Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura. Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Heb 10:22-25
Es tiempo que entendamos, hemos sido llamados a acercarnos a Dios, teniendo una verdadera comunión con Él, procurarnos los unos a los otros con el fin de cumplir el propósito que Dios nos dejó, estimulándonos al amor y a las buenas obras… esto es la finalidad de la iglesia.
Hay mucho que decir referente a todo esto, pero las líneas no alcanzarían, así que te animo a que leas todo el libro de hebreos, busques a Dios en intimidad, profundices en tu relación, tengas fundamentos firmes y avances hacia la madurez, solo de esta forma veremos a la iglesia gloriosa que estamos esperando.
El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Heb 13:20-21