Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará? Amós 3:7-8
Introducción:
Hace algunas horas me entere de un hecho macabro que ocurrió en la colonia en que vivo donde una mujer fue asesinada en el interior de su vivienda, poco tiempo después saliendo hacia la reunión de oración que tenemos en mi iglesia los martes, en el camino encontramos otro hecho violento en el que habían herido a 3 hombres pocos minutos antes de que nosotros transitáramos por ese lugar, el clima de lo que se esta viviendo en México ha llegado a un limite en el que pareciera no haber una solución.
Durante la reunión de oración, estando cargado por lo que yo mismo había presenciado y sabido incluso pocos minutos antes, empece a orar de una manera diferente pidiéndole a Dios que me revelara por medio de su espíritu santo sus planes y como podríamos afectar a nuestra sociedad de manera que ocurriera un cambio.
En este tiempo, Dios me llevo a este pasaje en el libro de Amós el cual habla precisamente de esto que había estado pidiendo y como Dios siempre revela sus planes a sus siervos los profetas.
Al recordar este pasaje inmediatamente vino a mi mente lo que dice Juan 15:15 "Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer."
Transición:
La biblia nos habla acerca de como Dios revela siempre sus planes antes de que estos ocurran a sus siervos, pero nosotros ya no solo somos llamados siervos sino amigos, ya que se nos han sido dados a conocer aquellas cosas que Jesús escucho del padre.
Meditando un poco en ello indudablemente viene una pregunta a mi mente ¿Si Dios revela sus planes y nos ha dado a conocer los mismos, porque no sabemos como rescatar nuestras ciudades? o bien, ¿si conocemos el plan que Dios tiene, porque no hemos actuado dentro de su voluntad?
Realmente me carga el pensar que tal vez hemos caído como creyentes en dos errores graves sin darnos cuenta.
Desarrollo:
1.- Indiferencia ante el dolor.
Creo que en este tiempo los creyentes nos hemos conformado a las cosas que se viven en el mundo. Pareciera que en lugar de horrorizarnos ante las noticias malas que vemos día con día, nos hacemos indiferentes solo pensando que otra vez ocurrió algo malo, pero sin sentir dolor por ello, o en el peor de los casos, pensando que no pasa nada, omitiendo todo sentimiento que esto nos pudiera generar, cayendo en una total indiferencia ante el dolor de otros y de Dios mismo.
Hace algunos meses recordé lo que es ser participe de los padecimientos de otros mientras una adolescente a la cual tengo oportunidad de dar clases me miraba con lagrimas en sus ojos, debido a la situación que estaba viviendo dentro de su familia a causa de la condición de nuestra ciudad.
Al momento de verla solo pude orar con ella por esto que vivía, pero en ese momento recordé una verdad que tal vez ya había olvidado, pero he dicho tantas veces; "no conoces el dolor de alguien sino hasta que te mira a los ojos, destrozado, esperando encontrar un poco de esperanza en ti."
Creo que hemos dejado de hacer esto, hemos dejado de ver el dolor de las personas a la cara, hemos pasado de largo cuando personas a nuestro alrededor han necesitado de nosotros, hemos dejado de ser participes de los padecimientos de Cristo.
Pablo decía en su carta a los Filipenses: "por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte.
Sin duda nos ha faltado ser como el maestro, que incluye participar de sus padecimientos, es decir: «sentir el dolor que el siente, haciéndonos semejantes a él en su muerte.»
2.- Miedo de actuar.
Creo que otro de los errores que hemos caído es el dejarnos dominar por el temor, siendo este el que ejerce control sobre nosotros.
Pareciera que el problema no solamente ha sido el tener indiferencia llevándonos a no poder escuchar la voz de Dios, sino que en ocasiones escuchando la voz de Dios revelándonos sus planes y cual es nuestro rol dentro de lo que él quiere hacer, hemos tenido miedo de actuar, lo que nos ha llevado a ser unos paralíticos espirituales.
Esto me recuerda a la parábola de los talentos en la que el señor de la casa reparte a sus siervos diferentes talentos conforme a su capacidad para que los administren y uno de ellos al tener temor de su señor prefirió guardar este talento escondiéndolo, de esta manera evitando los riesgos y el temor al fracaso, lo que al final lo lleva a ser echado fuera al no hacer lo que le correspondía.
Nosotros no somos diferentes a este siervo, dentro de nuestras manos han sido entregadas grandes herramientas con las cuales hacer aquello que Dios nos esta mandando, pero el temor nos paraliza llevándonos a no alcanzar nuestro objetivo, lo que produce frustración y al final derrota.
Eclesiastes 11:4 nos dice: "El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará."
En ocasiones hemos sido engañados por satanás quien nos ha hecho creer que no somos capaces de alcanzar aquello que nos ha sido dado, aquello que Dios quiere que hagamos, que fracasaremos y seremos burla de otros solamente. Pero la palabra de Dios nos dice claramente que no es nuestra capacidad, sino que debemos de actuar sin temor.
Conclusión:
No se cual sea tu condición actual, tal vez tu te encuentres dentro del primer caso en el cual te has vuelto indiferente al dolor y esto te ha impedido que te sean reveladas aquellos planes que Dios tiene para este tiempo, o tal vez te encuentres en el segundo caso que has escuchado la voz de Dios, pero el miedo te ha paralizado impidiendo que cumplas aquello para lo cual fuiste llamado en Cristo Jesús.
Sea cual sea tu condición, hoy es tiempo de cambio, es tiempo de levantarnos nuevamente a luchar por nuestras ciudades, por nuestros estados y por nuestra nación.
El versículo que leíamos inicialmente en Amós decía que si él león ruge ¿quien no temerá?, más si Jehová habla ¿Quien no ha de profetizar?, sin duda estamos viviendo tiempos difíciles en los cuales solo el León de la tribu de Judá puede darnos la estrategia para generar un cambio.
Marcos Vidal escribe en la letra de su canción Aslan esto y es mi anhelo que ocurra en nuestras vidas hoy:
Oh, habla otra vez, voz de Jehová, repite en mi el milagro, y que te pueda escuchar, desata el poderío, de Tu voz una vez más, rugido de león de la tribu de Judá.
1 comentario:
Muy buen post. Felicidades y saludos desde Tacna - Perú Muchas bendiciones.
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