Actualmente estamos viendo a una generación en la cual pareciera que el liderazgo se gesta de manera automática. Surgen nuevos ministerios a lo largo del mundo como si fueran palomitas de maíz hechas en microondas, conforme pasan los minutos empiezan a surgir nuevos líderes, ministerios, grupos musicales cristianos y una gama innumerable de ideas que se levantan con el propósito de servir a Dios. Ahora cabe hacernos una pregunta: ¿Cuántos de estos ministerios permanecerán y tendrán un impacto real?
Algo que llena de ánimo es encontrar lideres con el enfoque correcto, que comprenden la necesidad de estar enteramente capacitados tal como lo menciona 2ª de Timoteo 3:17 “a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.”
Vemos surgir un ministerio fuerte, algún predicador, evangelista, músico, etc. que realmente es usado por Dios y anhelamos la unción, éxito e impacto que éste tiene, pero nunca vemos o nos ponemos a pensar en la capacitación que Dios le dio, en el precio que tuvo que pagar para llegar a él.
El oro es acrisolado con fuego para poder quitar todas las impurezas e imperfecciones que tiene, así dándole un mayor valor, cambiando su estado de impuro a un estado purificado.
Un ministro o un ministerio que tiene éxito, unción e impacto, necesariamente tuvo que ser pasado por este proceso que nunca es fácil pues eres expuesto a temperaturas muy altas, llevándote así al límite de tus fuerzas.
“El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también vuestra fe, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. 1ª Pedro 1:7”
Es tiempo de que entendamos que el liderazgo es dado por Dios, pero que el ejercerlo de manera adecuada estando preparado para ello, es responsabilidad de quien es llamado. No te conformes con ser un líder microondas, forjado de manera rápida pero sin el mismo valor y sabor que un líder formado en fuego.
Recuerda: Un líder es formado por medio de ser pasado por el crisol, así que no podemos esperar ser mejores si no hemos sido llevados al horno.
Algo que llena de ánimo es encontrar lideres con el enfoque correcto, que comprenden la necesidad de estar enteramente capacitados tal como lo menciona 2ª de Timoteo 3:17 “a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.”
Vemos surgir un ministerio fuerte, algún predicador, evangelista, músico, etc. que realmente es usado por Dios y anhelamos la unción, éxito e impacto que éste tiene, pero nunca vemos o nos ponemos a pensar en la capacitación que Dios le dio, en el precio que tuvo que pagar para llegar a él.
El oro es acrisolado con fuego para poder quitar todas las impurezas e imperfecciones que tiene, así dándole un mayor valor, cambiando su estado de impuro a un estado purificado.
Un ministro o un ministerio que tiene éxito, unción e impacto, necesariamente tuvo que ser pasado por este proceso que nunca es fácil pues eres expuesto a temperaturas muy altas, llevándote así al límite de tus fuerzas.
“El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también vuestra fe, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. 1ª Pedro 1:7”
Es tiempo de que entendamos que el liderazgo es dado por Dios, pero que el ejercerlo de manera adecuada estando preparado para ello, es responsabilidad de quien es llamado. No te conformes con ser un líder microondas, forjado de manera rápida pero sin el mismo valor y sabor que un líder formado en fuego.
Recuerda: Un líder es formado por medio de ser pasado por el crisol, así que no podemos esperar ser mejores si no hemos sido llevados al horno.
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