martes, 19 de febrero de 2013

LA IGLESIA DEL PRINCIPIO.



Estamos viviendo tiempos en los que “ser cristiano” pudiera parecer que se ha convertido en una moda, hemos utilizado una gran cantidad de medios y estrategias que han convertido a las congregaciones en muchas ocasiones en clubes sociales, simples lugares a los cuales ir para conocer amigos, motivarse, cumplir con esquemas y normas religiosas, etc. Y cada vez hemos olvidado más cómo era la iglesia del principio, esta iglesia que después de haber estado con Jesús y que Él fuera ascendido al cielo probablemente tendrían muchas dudas en su mente y en su corazón en cuanto a cómo serían las cosas, el que sucedería, solo bajo la promesa de que vendría a ellos un Consolador, el Espíritu Santo, el cual estaría en ellos siempre y sería el encargado de enseñarles todas las cosas. Pero que al recibir el PODER del Espíritu Santo, trastornaron al mundo.

J.I. Parker dijo: “Nuestra tarea es presentar la fe cristiana vestida con palabras modernas, no es propagar el pensamiento moderno vestido con palabras cristianas. La confusión en cuanto a esto es fatal.”

Estamos en un momento crítico al enfrentarnos a un mundo posmoderno, en el que se valoran las relaciones, la intelectualidad, la espiritualidad, así como la ciencia, pero esto no debe convertirse en una amenaza para el cristianismo, ya que Dios dio todas estas cosas a los hombres para que por medio de ellas el hombre pudiera llegar a conocerle, aunque sea  a tientas. Sin embargo se han tomado para hacer crecer estructuras y estás estructuras se han utilizado para engrandecer a los hombres.

Es tiempo de que analicemos de nuevo cual fue el esquema de los primeros cristianos, cuáles eran sus constantes que los hacían permanecer unidos siendo estimulados al amor y a las buenas obras, que hacía que tuvieran todas las cosas en común, cual era ese mensaje que propagaban y se extendía cómo pólvora a lo largo del mundo. Es tiempo que regresemos a estás sendas antiguas, que volvamos a nuestro origen y podamos hacer camino recto para nuestros pies.

Uno de mis sueños y anhelos más grandes es poder ver a la iglesia cómo Dios la sueña, una iglesia que permanece en Cristo por medio de Su palabra, constante en el amor, que entiende que la cabeza de la iglesia es Jesucristo y es gobernada por el Espíritu Santo, una iglesia que manifiesta a Cristo por medio de actos de amor y de servicio hacia la comunidad, una iglesia que REFLEJA LA GLORIA DE DIOS.

Creo que esta iglesia no la conforma un grupo de creyentes que se reúnen en alguna congregación, sino que esta es la iglesia gloriosa de Jesucristo, conformada por verdaderos creyentes sellados por el Espíritu Santo, estos de los cuales la creación misma gime a una esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios.

2 comentarios:

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