Me encanta pensar en el silencio como una de las formas de expresión más grandes que podemos tener dentro de nuestras vidas. Sin necesidad de utilizar palabras se pueden transmitir gran cantidad de emociones, sentimientos e incluso pudiésemos llegar a hacer real para otros lo inimaginable sin siquiera articular algo con nuestra boca.
Años atrás tuve la oportunidad de asistir a un evento de la gira de despedida de "Marcel Marceau", reconocido y recordado como el mejor mimo de todos los tiempos, sin lugar a dudas aquellos que tuvimos la oportunidad de verlo actuar quedamos asombrados ante su ingenio de como por medio de su arte podía transmitir gran cantidad de mensaje, sin que fuera dicha ni una sola palabra.
Marceau en alguna ocasión comento: "El silencio no existe… En el escenario habla mi alma, y ese respeto al silencio es capaz de tocar a la gente, más profundamente que cualquier palabra."
Pareciera que en ocasiones nosotros mismos como creyentes deberíamos aprender de este gran mimo, pudiendo ser testimonio en nuestras vidas por medio de como actuamos y lo que transmitimos más allá de las palabras.
En nuestros tiempos una de las quejas que más podemos escuchar de la juventud es referente a como se les exige cosas que ni siquiera es capas de cumplir quien las pide, ya que lo que se habla se convierte en algo que es inconsecuente con las acciones que se realizan.
Es triste pensar que como creyentes hemos perdido esta capacidad de transmitir el mensaje de Dios sin palabras, esto debido a que nos hemos amoldado a lo que este siglo nos presenta. Jesús mismo le pedía al Padre que no nos quitara de este mundo, pero si que nos guardara del mal.
Nosotros fuimos diseñados para ser testimonio y cambiar el lugar en el que nos encontremos a través de ser un reflejo fiel de Cristo.
Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra,sino en tablas de carne del corazón. 2 Corintios 3:2-3
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