“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente” (Sal. 51:10-12).
Jamás pensó llegar tan bajo.
Sus sueños eran ser rey y establecer la mejor nación de todos los tiempos donde Dios pastoreara a su pueblo. Sus planes servir a Dios. Su pasatiempo componer salmos al Señor. David de verdad tuvo una vida dedicada a engrandecer a Dios. Y fue agrandado como ninguno. Sus enemigos no pudieron hacerle frente. Su reino crecía cada vez más poderoso. Era un Midas espiritual, todo lo que tocaba se volvía oro. Pero una tarde estuvo a punto de perderlo todo. ¿Qué fue lo que sucedió? Fue demasiado rápido para recordar todos los detalles; simplemente no fue a la guerra como los demás reyes, ¿quién podía culparlo por tomarse unos días de descanso? Paseo por la terraza del palacio, era tan agradable ser el ungido del Señor y respirar el éxito. Entonces miró por accidente a una joven que estaba bañándose… y miró por segunda vez. Demasiado tiempo miró, tanto para que la vista le entrara al alma. “¿Quién es la mujer que vive en esa casa?” –preguntó a uno de sus siervos. El sirviente, entendido del peligro respondió: “es la esposa de Urías, uno de tus fieles soldados de toda la vida; nieta de Ahitofel, tu consejero favorito”. ¿No era suficiente advertencia?
Pero David había mirado demasiado.
Las curvas de Betsabé marean más que la altura de Goliat.
Así que mandó traerla. El resto es historia: la embarazó, mató al marido y se quedó con la mujer. El dulce cantor de Israel, el favorito de Dios se comportó como un salvaje. ¿Cómo pudo hacer esto? Tal parece que dentro del hombre existiera un ángel y un demonio; somos capaces de los mejores actos heroicos y también de las peores atrocidades; lo mismo vamos al cielo que al infierno para regresar nuevamente. Dr. Jekyll y Mr. Hyde; luz y tinieblas en el mismo ser.
¿Te has sentido así alguna vez? Te entiendo, conozco el camino.
El asunto pareció quedar en las sombras. Todo había salido según los planes. Todo, a excepción de un detalle: a Dios no le gustó lo que hizo.
Dios envió al profeta del momento. Natán atrapó a David con una parábola y el rey se supo descubierto. Quizá nosotros, si fuéramos Dios, taparíamos el escándalo, pero Él no, Dios nunca esconde el pecado, la luz todo lo descubre.
Es allí donde surge el salmo 51; el dulce cantor del Israel fue por un tiempo el más amargo de los cantores. ¿Y qué cantó?
Podía suplicar perdón y ser librado de las consecuencias.
Podía rogar que no le fuera quitada la corona ni escondido el trono de su reino.
Podía implorar que su gloria y riquezas siguieran con él.
Podía pedir que su familia no fuera afectada por sus obras.
Podía orar tantas cosas que de seguro también oró, y estaba bien hacerlo. Sin embargo, el dolor más grande de David era el terror de considerar que Dios podía dejarlo: “No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu” (51:11). Un hombre dispuesto a perderlo todo, pero no resignado a perder a Dios. Puso su espalda al látigo y sus pies al fuego, pero se negó a ser rechazado por el Padre.
Veo a Dios llorando al lado de su hijo, lágrimas en el cielo y en la tierra. Dolor en ambos lados.
Cuando el hombre peca y sólo piensa en como evadir las consecuencias de su pecado, entonces no importa si se libra del juicio, el pecado ya lo destruyó. El gran mal de pecar es más que el daño provocado; el gran mal del mal es que nos separa de Dios (Is. 59:2). Cuando Adán pecó, corrió a esconderse de Dios y desde entonces, los hombres han estado escondiéndose, más preocupados de salir del problema que de no perder la Presencia de Dios.
Sal de tu escondite. Asoma tu alma con la responsabilidad de tus acciones. Decídete a morir en las manos del Juez antes que quedarte sin Él.
…te daré un secreto: Dios tampoco quiere quedarse sin ti. Él afrontó toda consecuencia del pecado en una cruz con tal de no perder tu presencia. ¿Puedes creerlo?
Dr. Roberto Tinoco
http://www.palabraviva.org.mx/2008/mensajes/biblia.asp
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