viernes, 31 de octubre de 2008

LAS MANOS SOBRE EL ARADO


Luego vino otra persona y le dijo a Jesús: Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de mi familia. Jesús le dijo: No se puede pertenecer al reino de Dios y hacer lo mismo que hace un mal agricultor. Al que se pone a arar el terreno y vuelve la vista atrás, los surcos le salen torcidos. Lucas 9:61-62


El arado era un instrumento de agricultura el cual era usado para remover el suelo antes de sembrar, realizando surcos en los cuales posteriormente eran arrojadas las semillas. Este tipo de surcos facilitaban la repartición adecuada del agua, además de una correcta distribución de la tierra para que se pudiera tener una cosecha más abundante.

Si recordamos un poco el pasaje antes mencionado nos encontraremos con el hecho de que una persona de quien no se menciona el nombre, toma la iniciativa y le dice a Jesús: “Señor, quiero seguirte”, pero pone una condición antes, la cual es despedirse de su familia, a lo que el maestro le responde de una manera que pareciera ser un tanto difícil de entender, ya que la petición, no tenía ninguna mala intención, sino antes al contrario.

Pero al momento de realizar esta petición de la manera en la que lo hizo refleja el hecho de que estaba poniendo a su familia antes que a Dios y eso es algo que él no admite ya que nunca aceptara segundos lugares, sino al contrario él desea ocupar el primer lugar dentro de nuestras vidas.

Jesús no trataba de enseñar que no le diéramos importancia a nuestra familia como algunos tal vez pudieran interpretar este pasaje, sino que lo que se muestra es el hecho de que él busca ser Señor y Dios sobre nuestras vidas, pero en ocasiones pareciera que decimos seguirle y empezamos a poner prioridades dentro de nuestras vidas, dejándolo en un lugar diferente al cual desea ocupar en nuestro corazón.

PORQUE DONDE ESTÁ VUESTRO TESORO, ALLÍ ESTARÁ TAMBIÉN VUESTRO CORAZÓN. LUCAS 12:34


Sin duda alguna en lo que más piensas pudiera convertirse en cualquier momento en algo que ocupe o usurpe el lugar de Dios dentro de tú vida y esto podría llevarte a realizar surcos torcidos en los cuales no se produzca el fruto en abundancia que él desea para ti.

La palabra nos exhorta a que hagamos caminos rectos para nuestros pies, para que el cojo no se salga del camino, sino que sea sanado (Hebreos 12:13). Es tiempo de que preparemos un camino que ya no se centre en nuestros deseos, anhelos, sueños, suspiros y planes, sino que aprendamos a dejar lo que somos, lo que anhelamos y soñamos para dar cabida a lo que Dios desea para nosotros.

Sin duda alguna si tú deseas menguar dentro de tu vida estarás permitiendo que él crezca dentro de ti, tal como se menciona Juan 3:30. Y al momento de realizar esto en tu vida, podrás caminar de victoria en victoria ya que no estarás caminando en un camino torcido, sino que caminaras en una senda de rectitud en la cual recibirás bendición hasta que sobreabunde.

Dios no desea acabar con tus sueños, sino que desea que tus sueños sean entregados para él darte algo mucho más grande de lo que habías imaginado.


PORQUE MIS PENSAMIENTOS NO SON VUESTROS PENSAMIENTOS, NI VUESTROS CAMINOS MIS CAMINOS, DIJO JEHOVÁ. COMO SON MÁS ALTOS LOS CIELOS QUE LA TIERRA, ASÍ SON MIS CAMINOS MÁS ALTOS QUE VUESTROS CAMINOS, Y MIS PENSAMIENTOS MÁS QUE VUESTROS PENSAMIENTOS. PORQUE COMO DESCIENDE DE LOS CIELOS LA LLUVIA Y LA NIEVE, Y NO VUELVE ALLÁ, SINO QUE RIEGA LA TIERRA, Y LA HACE GERMINAR Y PRODUCIR, Y DA SEMILLA AL QUE SIEMBRA, Y PAN AL QUE COME, ASÍ SERÁ MI PALABRA QUE SALE DE MI BOCA; NO VOLVERÁ A MÍ VACÍA, SINO QUE HARÁ LO QUE YO QUIERO, Y SERÁ PROSPERADA EN AQUELLO PARA QUE LA ENVIÉ. ISAÍAS 55:8-11


Una vez que pongamos nuestras manos en el arado no miremos atrás, sino que entreguemos por completo todo lo que somos para que él sea quien tome el control de nuestras vidas y nos lleve por camino de rectitud.


Recuerda: “Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. Mat 7:17-20”

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